Días pasados estuve de vacaciones, reencontrándome con mis afectos e historia. Fueron hermoso momentos que viví junto con mi familia. En varias oportunidades salí a caminar por el barrio donde se encuentra el departamento de mi madre, un hermoso lugar en la capital limeña.
Eran días soleados; y cuando salía a pasear, sentía cómo el sol pegaba con fuerzas en mi cabeza y espalda. Necesariamente tenía que buscar alguna sombra, que a veces no encontraba fácilmente. Pero cuando lo hallaba, ¡no me movía por un buen rato hasta que tomara aliento y me sintiera más fresco!
Una tarde salí a caminar y, al buscar sombra, vi un enorme árbol en el parque. Me acerqué y me senté bajo su copa. Me puse a mirar a la gente pasar, los que practicaban deporte, los que corrían, los niños que jugaban… Y, de tanto en tanto, percibir la brisa del mar que me rodeaba.
Antes de redactar estas líneas pensaba qué escribir como carta pastoral luego de mi ausencia por mis vacaciones. Recordé esta escena y la quiero relacionar con Aquel que nos puede dar esa sombra refrescante en tiempos difíciles o de prueba. Esa sombra que nos permite detenernos y mirar a nuestro alrededor, ver que no estamos solos, que hay un mundo con sus ritmos y tiempos, y que yo soy parte de ello.
En medio de ese “calor agobiante”, cuando pensás que no tenés a nadie, que te vas “achicharrar” con el calor de tus problemas y angustias, aparece ese árbol añoso, tupido y amplio, cuyas ramas te cubren y te permiten tomar el aliento fresco y necesario para seguir el camino que un día comenzaste.
Estas semanas que Dios me dio fueron un tiempo en que me refresqué en mi Señor,compartiendo de su Palabra, y aprendiendo de los otros y otras lo que es confiar plenamente en él. Estos días en que abriendo el Aposento Alto con mi madre, me alentó cual agua fresca, cual sombra que me produce alivio en mis responsabilidades, en mis cargas, en mis sueños.
De eso, hoy quería contarte. Quizás no es lo que esperabas de esta carta, pero si estate seguro/a que esto es lo que viví y quiero compartirlo con vos. El Señor es quien nos da esa sombra fresca.
¿Te refugiarás bajo su copa?
Marco Ochoa Jara
Pastor
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