viernes, 26 de febrero de 2010

MEMORIA O VIVIR DEL RECUERDO


Cuando éramos niños/as en la escuela nos pedían que aprendiéramos de memoria las tablas de multiplicar y, si no lo hacíamos, no aprobábamos. Hoy, luego de unos cuantos años de haber salido de la escuela, quizás es necesario que nos tomen alguna prueba de cuanto a la memoria y el recuerdo tenemos del tiempo que transcurrió, de cuánta agua pasó debajo del puente.

Recordar no es vivir del pasado; recordar es poder tener presente aquello que debe ser profundizado y aquello que no debe repetirse nunca más. Como ciudadanos/as, como habitantes de este país, hemos vivido tiempos de oscuridad, tiempos en que era muy difícil predicar la luz de esperanza. Tiempos en que la oscuridad señoreaba y era dueña de vidas y voluntades.

Como cristianos, también tenemos que recordar que a pesar de todo ello, hubo voces que se levantaron. Esto ocurrió tanto en la Alemania bajo el régimen nazi como en las feroces dictaduras de los últimos tiempos. Voces proféticas, que denunciaron lo que era contrario al Evangelio, y anunciaron el Reino de Dios, de paz y justicia.

Nuestra Iglesia Metodista, ha sido una de las que no calló, ¡y pensar que hoy hay quienes se levantan y quieren señalarnos lo que debemos hacer o decir pero que cuando había que hablar callaron y fueron cómplices por omisión! La memoria de nuestra iglesia se remonta a un Juan Wesley que tuvo la osadía de enfrentarse al Imperio Británico enfrentando al oprobioso comercio en la venta y compra de hombres y mujeres.

Nuestra memoria nos permite tener presente al Cristo que dio su vida por cada uno de nosotros y nosotras, el Cristo que vence a la muerte y nos da esperanza en la resurrección. Recordamos al Cristo inmolado y triunfante compartiendo domingo a domingo el pan y el vino.

Esta memoria es la que debemos transmitir a los que vienen tras nosotros… memoria no sólo eclesial, sino memoria social, memoria colectiva.

La memoria es el impulso para que podamos hacer y decir que creemos en el Dios de la Vida, en el Cristo que restaura, en el avivamiento de la Iglesia Metodista. Memoria que nos impele a invocar al Espíritu Santo para que produzca en nuestras vidas y en nuestra iglesia la transformación que es el resultado de la experiencia personal de fe: un verdadero corazón ardiente.

El Señor unja nuestro andar. El es nuestro ayer, nuestro presente, nuestro futuro.

Marco Ochoa Jara
Pastor

CAMPAMENTO DE NIÑOS/AS REGION METROPOLITANA Y BONAERENSE


"Hay que refrescarse"

Nuestro "Emi"

Del 2 al 5 de Febrero se realizó el Campamento de niños/as entre las Regiones Metropolitana y Bonaerense en las instalaciones de la Fundación del Instituto Lowe en la localidad de Gowland.
A pesar del clima (mucha lluvia) los acampantes pudieron disfrutar del compartir y del programa que con tanto amor habían preparado el Equipo Responsable.

Nuestra comunidad pudo participar enviando a un acampante y un aporte al Equipo Docente. Damos gracias al Señor por esta experiencia, recordando las palabras de nuestro Señor que dijera...dejen a los/las niños y niñas que vengan a mi...porque de ellos/as es el Reino de los cielos.

martes, 9 de febrero de 2010

EL VIENE A LIBERARNOS

Queridos/as hermanos y hermanas:

Hace un par de domingos, durante el culto en la Iglesia Metodista de El Callao, Perú, reflexionaba sobre Jesús, cuando al entrar en la sinagoga leía el libro del Isaías: "El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos.” Y me decía a mí mismo: de qué cautiverio, ceguera y libertad habla mi Señor. Y afloraban pensamientos y preguntas que quisiera compartir con ustedes.

Muchas veces vivimos prisioneros, de nuestros temores y prejuicios, atados a viejos modelos creyendo que ellos son inamovibles. Prisiones que nos oprimen y nos oscurecen. Muchas veces somos ciegos no sólo físicamente hablando, sino que no nos permitimos ver el vaso lleno, y solemos ver solo la mitad del mismo. No podemos ver el milagro de transformar el agua del ritualismo por el vino de la alegría y el amor. No hay peor ciego que el no quiere ver y no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Nuestras vidas y nuestra comunidad necesitan del Cristo que libera y sana; que libera de éstas y otras ataduras; que nos sana y nos regala la posibilidad de poder percibir lo que hasta ayer no había querido o podido ver. Necesitamos poder escucharnos unos a otros, respetando nuestras diferencias; libertad para amar, libertad para ser felices, libertad para ofrecer la vida si fuera necesario por mi hermano y hermana; libertad para decidir y aceptar la Palabra restauradora en nuestra vida; libertad para construir una comunidad donde impere la ley del amor.

Nuestra comunidad y cada uno de nosotros y nosotras debemos clamar para que aquel que dijo que el Espíritu de Dios lo había ungido, nos unja y reconozcamos en la mirada, en el gesto, en el abrazo, en la lucha cotidiana, al hermano y hermana, conformantes de una misma familia, la familia de Dios.


Hoy es el tiempo de Yahve, Adonai, Shemah, el Shaddai; hoy es el tiempo de Dios.


EL VIENE A LIBERARNOS!!


Marco Ochoa Jara

Pastor