"Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor.
Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen".
Apocalipsis 14.13
Morir en el Señor es alcanzar la bienaventuranza plena, uniéndose a quienes han antecedido y anticipándose a los que proseguirán. La voz de Aquel que una vez invitó a Andrés Spies a entregarle su vida, volvió a hablarle el pasado 15 de noviembre pero ahora para llamarlo a sus moradas eternas. Y con un “hasta pronto” a su esposa e hija, a sus familiares y amigos, se asió del Salvador que lo esperaba con brazos abiertos.
¡Recién ahora descansa de sus trabajos! Es que Andrés, este “duro alemán” como se le decía con confianza y cariño, fue un incansable emprendedor con una peculiaridad. Todo a lo que se abocaba conducía de una u otra forma a extender el reino de Dios. Fe, pasión, entrega, sacrificio, amor pudieran definir los ejes de su vida. Ofrendó su vida al Señor para la causa del evangelio y el Señor le permitió disfrutar de la satisfacción de ver preciosos logros de esa empresa. En su gracia, el Señor también le obsequió una ayuda más que idónea, Vilma Quiñones. Juntos potenciaron sus dones y capacidades. Luego, el hogar fue coronado con Lilian, fruto de un amor inquebrantable y vástago de una sólida familia.
Las obras de los siervos de Dios siguen. La Primera Iglesia Metodista de Morón es uno de esos proyectos de fe que emprendiera Andrés, con los suyos y otros que se sumaron. En sus días de internación, cuando todavía podía hablar con quienes lo visitaban, se refería a las cuestiones sobre las que planeaba ocuparse. ¡Incansable e irrenunciable vocación! Sus obras siguen. Con ellas su legado, ejemplo y desafío a otros y otras a continuar la tarea. Nuestra gratitud al Señor por la vida de Andrés. Nuestra encomendación al consuelo amoroso del Padre Celestial para su esposa, hija y demás familiares, y todos los amigos, que mucho lo vamos a extrañar.