martes, 31 de marzo de 2009

SEMANA SANTA EN MORON

Domingo de Ramos Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalem 10 hrs.


Jueves Santo Celebrando el PESAJ La Pascua Judia 19 hrs.


Viernes Santo Las Siete Palabras en la Cruz 19 hrs.


Sabado de Gloria Proyección de la película "Desafío a los Gigantes" Cine Debate 18 hrs.


Domingo de Resurrección .

Culto del Alba 08 hrs


Desayuno Pascual 09 hrs.


Culto de Resurrección 10 hrs.

Barbosa 249 Morón

martes, 3 de marzo de 2009

Sanidad en el Nuevo Testamento



Jesucristo ante el sufrimiento y la enfermedad

Los encuentros con los enfermos desempeñan un papel importante en la vida de Jesucristo. Las curaciones constituyen el capítulo más extenso de “las obras de poder” de Jesús; son más que una prueba de la misión divina de JESUS: revelan a Dios como aquel que se interesa por el hombre en su indigencia y en su necesidad de salvación; la curación corporal es signo y anuncio de la salvación integral del hombre. Jesús une expresamente el perdón de los pecados con la curación corporal (Mt 9, 2 8; Mc 2, 3 12; Lc 5, 17 26).

Para Jesús, el mal del hombre consiste radicalmente en el pecado, en el apartamiento de Dios y en la pérdida de la comunión con Él; y la salvación que trae y predica estriba primariamente en el perdón otorgado por la misericordia divina y en el restablecimiento de la comunión con Dios. No obstante, la salvación de Cristo alcanza a todo/a hombre y mujer: corpóreo y espiritual.

Jesús no consuela a los enfermos con un más allá mejor, sino que ofrece aquí y ahora signos visibles de salvación futura. Pero son sobre todo signos que aluden a la plenitud escatológica (los últimos tiempos) corpóreo-espiritual del hombre. La salud que les devuelve ese algo provisional que no exime de la mortalidad (Hch 2,38-39).

Forma parte del mensaje de Jesús a los enfermos y a los que sufren que Él no promete a los que le siguen una vida sin sufrimientos en este mundo; al contrario: "Quien no tome su cruz y me sigue, no es digno de mí" (Mt 10, 38; Lc 14, 27).

El creyente puede experimentar la lejanía y el abandono de Dios en la enfermedad y en el trance de la muerte. Pero el discípulo tiene la esperanza confiada de que hasta lo aparentemente absurdo puede tener en Dios un sentido último; cuenta con el ejemplo del Maestro: su pasión y su victoria sobre la muerte. Todo ello no excluye el recurso a medios naturales que ofrecía la medicina, como también el hecho mismo de recurrir a los médicos. (Mc 2, 7; par.; Col 4, 14).


Los apóstoles y discípulos ante las enfermedades


En la misión de sus discípulos unió la potestad de curar enfermos con el encargo de predicar el evangelio. (Mt 10, 1.7 s.; Lc 9, 2; Mc 2, 14; 16, 17). Jesús enumera la "visita de enfermos" entre las obras de amor al prójimo que deciden el destino eterno del hombre, y llega hasta el extremo de identificarse con el enfermo. Y los milagros operados en la predicación apostólica tienen el mismo significado que los de Jesús, pues en su nombre curan: llevan consigo la salud de todo el hombre, y evidencian que el Reino de Dios se ha hecho presente

Para curar Jesús se sirve sobre todo de la palabra, pero a ésta acompaña en muchas ocasiones gestos, especialmente la imposición de manos con la cual manifiesta la presencia del poder y el amor salvífico de Dios. Tal gesto sólo se menciona dos veces (Hch 9, 12.17; 28, 8) en las numerosas curaciones que se narran de los apóstoles y discípulos.

No obstante, tanto la tradición Veterotestamentaria (Perteneciente o relativo al Antiguo Testamento), como el ejemplo de Jesús permiten comprender sin dificultad que la Iglesia primitiva empleara desde sus comienzos la imposición de manos como gesto simbólico, y que el nuevo ritual la haya incorporado.

El evangelio no dice que Jesús ungiera con aceite al curar los enfermos; sólo lo menciona respecto a los discípulos: "Ellos se fueron a predicar y exhortaban a la conversión. Echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mc 6, 13) .

La unción con aceite no puede tener aquí más que un significado simbólico: es manifestación plástica de la curación otorgada por Dios. Aunque el relato no afirma que Jesús encargara a los Doce ungir con aceite, tal unción se ajusta, sin duda, a sus designios, de forma que podemos equipararla a las acciones simbólicas del mismo Jesús.

La unción con aceite . El término elaion puede designar en principio aceites de distintas clases; pero por el área cultural, dicho término se refiere mayoritariamente al aceite de oliva. Se trata de una acción simbólico religiosa. La fórmula "en el nombre del Señor” significa aquí: "mediante la fuerza del nombre de Jesús, que se invoca”. Con esta interpretación concuerda también el aserto del v. 15b "y le reanimará el Señor", esta expresión nos sirve pues, para probar que Jesús ordenó personalmente la unción de enfermos.

En cuanto a los efectos de la acción eclesial sobre los enfermos, queda claro que la comunidad de la era apostólica no contaba con que en todos los casos de enfermedad debía producirse una curación milagrosa. Los milagros de curación se narran como algo extraordinario. Pablo enumera "los dones para curar" entre los múltiples carismas (1Co 12, 9.28.30).

Sin embargo, ni el mismo Pablo fue liberado de un mal que dificultaba su tarea apostólica, pese a haber pedido insistentemente la curación (2Co 12, 7 ss.). El caso de Pablo muestra dos cosas: en la Iglesia primitiva no se consideraba extraño que también los fieles enfermasen y continuaran enfermos; y que en la enfermedad se recurría ante todo a la oración (Flp 2, 25 ss. 1Tm 5, 23; 2Tm 4, 20). Y que la oración era la herramienta e instrumento indispensable para clamar por sanidad.